martes, 22 de junio de 2010

BUHEDERA – GUILLERMO FÁRBER

Hombre rico, hombre pobre



Un queridolector me manda un cuadrito que es la versión flaca de una concepción excelente sobre qué son la riqueza y la pobreza (y por qué deben medirse ambos en unidades de tiempo y no en unidades monetarias), los negocios, el dinero, los activos, los pasivos, las rentas, los intereses, etc. El mutilado cuadrito se le atribuye a la autoría del FMI, y eso nomás no me cuadra. No me suena que sea obra de esos burócratas manipuladores: sería como un desplegado para promover la compasión hacia los animales, firmado por una empresa de corridas de toros. Simplemente no va con ellos. El FMI (igual que el resto de las clavijas del aparato de control económico global: bancos centrales, BIS, Banco Mundial, BID, OCDE, OMC y demás) no busca liberar financieramente a los individuos, sino exactamente lo contrario: mantenerlos eternamente sometidos a la servidumbre de los dueños del Gran Capital Financiero Metanacional. Mejor lee algún libro de Robert Kiyosaki (tiene una docena, todos variaciones de unos cuantos conceptos tan simples como útiles).



AMOR

¿Sabes lo que significa llegar a tu casa por la noche y encontrarte con una mujercita suave y paciente que te da un poco de amor, un poco de calor, un poco de pasión? Significa que te equivocaste de casa.



UN HALLAZGO VERBAL

Un queridolector me dice que le gustan mis textos porque uso palabras “antisonantes”. Sí, claro, el término no existe, ¿pero no te parece un hallazgo genial? Lo digo absolutamente en serio. Fíjate: el queridolector no recurre al manido comentario supuestamente laudatorio de que el autor “no usa palabras altisonantes”. En vez de realizar ese circunloquio negativo, el queridolector es mucho más directo y creativo. En técnica filológica se diría que no se anda con pendejadas y va al punto. Veamos: altisonante (ese adjetivo que sí existe oficialmente) viene de altísono y “se dice, por lo común, del lenguaje o estilo en que se emplean con frecuencia o afectadamente voces de las más llenas y sonoras.” Claro, en estos tiempos post Ortega y Gasset, cualquier manifestación cultural que atente contra la sacratísima rebelión de las masas, lo lleno debe convertirse en llano, y toda expresión que asome del promedio debe ser estigmatizada. De ahí que el término “altisonante” se ha convertido en uno de tantos sinónimo de elitista y aristocratizante, y por tanto reprobable en esta época en que ningún ciudadano digno está obligado a conocer más de las tres palabras clave de la comunicación interpersonal: No mames, güey. En cambio, el neologismo “antisonante” es precioso: para empezar, abre fuego con “anti”, prefijo que significa opuesto o contrario (¿a qué? No importa, a lo que sea; lo importante es que se oponga). El neologismo, pues, va con el espíritu de los tiempos, el zeitgeist imperante (clima intelectual y cultural de una era). Es impecablemente democrático, en suma. No cabe duda, esto de chacotear en el periodismo cotidiano es una inagotable mina de descubrimientos inapreciables. Hoy es este maravilloso atajo verbal, pero no es el primer regalo que recibo (y fervorosamente espero que no sea el último).

SINCEROTE

La esposa le pregunta a su marido: “¿Con cuántas mujeres has dormido?” “El responde: “Contigo nada más. Con las otras no me da sueño.”

DEMOCRACIA

Me dice Demagog: “Está claro para mí que la ‘democracia’ es un simple juego para distraer a las masas. Como en el futbol, siempre estamos participando como espectadores echándole porras a ‘los nuestros’ (partido, equipo). Siempre hay una nueva elección para algo, siempre hay un juego en el cual involucrar emocionalmente a la gente ---unos de un lado, otros de otro lado. Después de que ‘nuestro equipo’ ganó, ¿qué cambio hay? Ninguno, es sólo un juego para mantener distraída a la población mientras los de siempre toman las decisiones.”



METÁFORA
Una mujer le dice a su marido: “¡Papi, tienes la barriga como árbol de cementerio!” “¿Y cómo es eso?” “Bueno, dándole sombra a un muerto.”

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